Había una vez, en un bosque tan tranquilo que hasta los grillos tenían siestas programadas, una familia de ositos dormilones. Estos ositos, llamados Rufi, Chispa, y Susi, ¡eran unos campeones del sueño! Si existiera una Olimpiada de Dormir, ellos se llevarían todas las medallas… sin siquiera despertarse para recibirlas.
Cada noche, estos ositos se preparaban para la hora de dormir como si fuera un evento de primera clase. Sus camas eran tan mullidas que parecían hechas de nubes (de las que te atrapan cuando saltas). Tenían pijamas suaves, antifaces de dormir que los hacían ver como superhéroes cansados, ¡y una rutina de ronquidos bien ensayada!
Pero esta noche… algo no iba bien.
Todo comenzó cuando el más pequeño, Rufi, no podía dormir.
—¡Mamá! —gritó desde su cama, con el antifaz puesto al revés y cubriéndose las orejas—. ¡Hay algo haciendo un ruido ENORME!
Susi, su hermana mayor (que siempre tenía respuesta para todo, incluso si no tenía sentido), murmuró:
—Seguro es solo tu imaginación, o el viento, o tal vez un dinosaurio haciendo yoga.
Pero Rufi no estaba convencido. ¡Había algo allí! ¡Algo que roncaba tan fuerte que los árboles temblaban y las ardillas se tapaban los oídos con nueces!
—Voy a investigarlo —dijo Rufi, agarrando su almohada como si fuera una espada de luz.
Chispa, el mediano, que siempre estaba dispuesto a una aventura (cuando no estaba dormido, claro), se levantó de su cama, estiró sus zarpitas, y bostezó tan grande que casi se tragó una lámpara.
—¡Yo también voy! —exclamó, aunque su voz sonaba como si ya estuviera a medio camino del sueño otra vez.
Juntos, los tres ositos sigilosamente (bueno, todo lo sigiloso que puede ser un osito con patas suaves que suenan como chasquidos de palomitas de maíz) se dirigieron hacia el bosque oscuro. Cuanto más caminaban, más fuerte era el ronquido.
—¡Debe ser un monstruo! —dijo Chispa con una mezcla de emoción y terror—. ¡Un monstruo que come almohadas y lanza zapatillas con su aliento!
Rufi, aunque asustado, apretó su almohada más fuerte.
—¡Lo enfrentaremos! —dijo, aunque lo único que en realidad quería era volver a su cama suave y calientita.
Finalmente, después de trepar montones de hojas y cruzar un río de sirope de arce (o eso parecía, porque pegajoso era), ¡lo encontraron!
Allí, en una cueva gigante, estaba… ¡Papá Oso!
—¿Papá? —dijo Rufi, parpadeando confundido—. ¿Eres TÚ el monstruo roncador?
¡Y sí que lo era! Papá Oso estaba roncando tan fuerte que las piedras temblaban y las mariposas volaban en círculos mareadas. El sonido de su ronquido era como una orquesta desafinada de trompetas. ¡Era el ruidoso, el incomparable… RONQUIDO GIGANTE!
—¡Papá está dormido! —dijo Susi, incrédula—. ¿Cómo puede alguien roncar tan fuerte?
—¡Podríamos usarlo como alarma sísmica! —añadió Chispa.
Los tres ositos intentaron de todo para despertarlo: hicieron piruetas, soplaron burbujas, hasta trataron de cosquillearle los pies con una pluma (aunque más bien se durmieron ellos mientras lo hacían).
Pero nada funcionaba. Papá Oso seguía roncando como si fuera el rey de los ronquidos. ¿Qué harían ahora?
Y entonces, Rufi, que era más listo de lo que parecía, tuvo una idea genial.
—¡Si no podemos despertarlo… podemos dormir con él! —dijo, muy decidido.
Los tres ositos sacaron sus mantas, se acurrucaron junto a papá, y antes de que pudieras decir "bostezo de oso", ¡estaban todos dormidos como troncos!
Esa noche, en el bosque, los ronquidos gigantes de Papá Oso se mezclaban con los pequeños ronquiditos de los tres ositos dormilones. Y, aunque el sonido era lo suficientemente fuerte como para asustar a cualquier cazador de almohadas monstruosas, los ositos durmieron como nunca antes. Porque, a veces, lo que suena como un monstruo aterrador, no es más que un papá oso roncando en paz.
Moraleja: Si no puedes vencer al roncador gigante… ¡únete a la fiesta de siesta y roncadores! ¡Dormir con papá siempre es la mejor opción, incluso si suena como un terremoto con patas!
¡Y así, nuestros queridos ositos dormilones aprendieron que no hay mejor lugar para dormir que al lado de la familia, incluso si uno de ellos ronca como un oso gigante en un concierto de rock!